NOTA APARECIDA EN CLARÍN DEL 26 DE MAYO DE 2013
Crece el uso estatal y privado de datos personales de la gente
En nombre de la lucha contra el delito, el Gobierno engrosa los registros de información sobre los ciudadanos. Pero los especialistas hablan de invasión a la privacidad y de control de datos confidenciales.
Esta nota tampoco escapará de su destino: quedará almacenada en
bases de datos públicas o privadas. La información será desmenuzada según quién
la tome y clasificada para usos desconocidos. Quien firma el artículo dejará
que su correo sea cotejado con otros registros para colaborar en la
configuración de un perfil personal que quizás nunca verá. Sucede en todos los
órdenes. Nos observan, nos vigilan, toman nota. Fundamentalmente el Estado, a
través de las fuerzas de seguridad y los organismos de control fiscal. Pero
también bancos, empresas y servidores de Internet. Es un síntoma de época: sin
saberlo, goteamos datos a cada paso y alguien viene detrás recogiéndolos para
ponerlos en valor, a veces vulnerando la frontera de la privacidad. Lo que
sucede después es el eje de una discusión global.
En la Argentina es cada
vez más fuerte la sospecha de que se usan las bases de datos para fines
polémicos. Se observa quién compra dólares, cómo, cuándo, dónde; se observan
las situaciones impositivas, para luego proceder con intimaciones o incluso
escraches públicos a deudores con nombre y apellido. Una inocente compra de
supermercado que supere los mil pesos y se abone con tarjeta puede convertirse
en el gatillo que jale la AFIP para iniciar la investigación de un individuo.
Nuestros rostros, incluso, son captados por cámaras urbanas mientras caminamos
y pasan a engrosar archivos de imágenes que a veces terminan en TV. Sobran
ejemplos. Pero, ¿es lícito que nos observen? ¿Qué pasa con el derecho a la
privacidad consagrado por la Constitución?
En el mundo de vidas
privadas bajo la lupa, el país no es la excepción. A fines de 2011, Cristina
presentó un ambicioso proyecto de vigilancia estatal generalizada: una base
tecnológica de datos llamada Sibios (Sistema Federal de Identificación
Biométrica para la Seguridad), que almacena la información biométrica (cara y
huellas dactilares) de todas las personas. Desde el 1 de enero de 2012, todos
los recién nacidos son registrados por Sibios, y la información queda a
disposición de todas las fuerzas de seguridad. En poco tiempo, integrado a
sistemas de cámaras urbanas, Sibios permitirá reconocer a cualquier persona en
cualquier lugar. La Presidente lo presentó como una herramienta contra el
delito, pero ONG vienen alertando sobre la manipulación de esos datos para
otros fines.
“Tenemos entendido que
la AFIP cruza información con Sibios. Un simple dato puede disparar que
comiencen a monitorearse los movimientos bancarios de quien hizo migraciones”,
explica Beatriz Busaniche, especialista de la Fundación Vía Libre. “Lo primero
que destacaría es que Sibios se lanzó sin debate público –agrega Ramiro Alvaez
Ugarte, titular de la Asociación por los Derechos Civiles–, no pasó por el
Congreso”.
El sistema fue postulado
como el futuro de la mega vigilancia, pero para el especialista tiene fisuras:
“Las medidas de identificación no son eficientes ni dan resultados seguros y
existen enormes posibilidades de abusos de las bases de datos, que se pueden
convertir fácil en herramientas que se usan para adelantar políticas y
prácticas de discriminación”, describe.
Más allá del Sibios, el
tecnólogo Julio López amplía: “El control de datos es normal; lo delicado es el
uso inescrupuloso de los datos. La información de la Moreno card, ¿quién la va
a manejar? El Estado quiere dar telefonía. Cuando tenga acceso a las antenas de
operadoras, ¿va a tener la información de dónde está cada celular?”.
La popular tarjeta SUBE
es otro Big
Brother cuestionado y
estatal. Al estar asociada a un nombre y a un DNI, quien la controla –el
Ministerio de Interior y Transporte– puede mapear los movimientos de cada
persona. “Nosotros denunciamos la SUBE como una violación de intimidad. A
través de ella, el Estado tiene la capacidad de controlar en qué medios y a qué
hora se desplazan nuestros hijos, datos que deberían ser confidenciales”,
explica el experto en seguridad informática Cristian Borghello.
Es lógico que por
seguridad el Gobierno vigile. Pero no más de lo necesario. Martín Carranza
Torres, especialista en derechos de tecnología, lo explica. “Documento,
domicilio, estatus criminal, eventualmente, y mi situación económica para
cobrarme impuestos. Si vigilan qué consumí fuera del país avasallan el derecho
a la intimidad consagrado por la Constitución”.
¿Qué hay que saber?
Primero que existe una ley de Habeas Data, que obliga a registrar las bases de
dato ante el Estado. La norma establece el derecho de conocimiento de la
información, para que el que desee saber qué datos suyos tiene una entidad
pueda solicitarlo. La Dirección de Protección de Datos Personales es la
autoridad de aplicación de la ley. A través suyo, se puede ejercer el derecho a
ser rectificado o eliminado de un registro. La misma oficina, en su web ofrece
consejos para preservarse y no dar más datos de los necesarios.
Sin contar lo que se
filtra por mal uso de Internet, hay dos formas de que alguien obtenga nuestros
datos: a través del padrón electoral, que es público, o cuando nosotros los
entregamos. “Pero cuidado –alerta Borghello– la ley establece que cada vez que
damos un dato, también damos consentimiento para que se use. Si abro una
cuenta, el banco podrá disponer de información. Pero hay letras chicas que
habilitan a ese banco a utilizar esos datos para fines que no informan. Esto da
como colorario que nos llegue a casa una oferta de una tarjeta gratuita de otra
entidad”.
Existen por lo menos
cuatro webs que, con sólo colocar DNI, vomitan datos personales a veces
erróneos. “Se nutren de registros viejos. Si alguna vez estudiaste Medicina,
pueden decir que sos estudiante”, explica Borghello. Sus palabras grafican la
telaraña de información caótica que se cruza en el universo de la vigilancia
total, donde lo público se mezcla con lo privado. En esa marea, flotamos todos.
“Se puede saber todo de nuestra vida privada –sigue Alvarez Ugarte– y más si el
Gobierno tiende a la vigilancia”.
Se advierte: mantener un
espacio ajeno a la mirada de los otros es cada vez más difícil en una sociedad
que digitaliza hasta las cerraduras de ingreso a los edificios. Pero es más
complejo todavía con un Gobierno sediento de datos, que no sólo se vale de su
aparato de inteligencia para observar. Frente a todo esto, lo único que queda
es saber. Alvarez Ugarte enumera: “Cambiar nuestras prácticas riesgosas y pedir
información a las empresas y al Estado sobre lo que hacen con nuestros datos”.
Y así y todo, no bajar la guardia.
POR GONZALO SÁNCHEZ
Advertencias
sobre una sociedad vigilada
El Relator de Libertad de Expresión
de la ONU, Frank La Rue, expresó días atrás que “el derecho a la privacidad es
habitualmente entendido como un requisito esencial para la realización del
derecho a la libertad de expresión”. Los individuos tienen derecho a mantener
buena parte de sus vidas, comunicaciones, pensamientos y movimientos en
privado, y si lo desean en forma anónima. El derecho a la privacidad implica
además que tenemos derecho a determinar quién tiene información sobre nosotros
y cómo se usa.
Las advertencias de la ONU no llegan
fuera de tiempo. Son fruto de la masificación de tecnologías de información y
vigilancia que, con costos cada vez más bajos, permiten retener datos,
monitorear, vigilar y procesar información de los ciudadanos de modos nunca
antes vistos. Con la aplicación del sistema Sibios, Argentina entra de lleno en
la política de mantener a todos sus ciudadanos vigilados. Para que podamos
ejercer nuestros plenos derechos, los Estados deben asegurar que contamos con
la libertad de circular, recibir y expresar información, respetando nuestra
privacidad. Por eso cualquier avance sobre la privacidad tiene consecuencias
sobre la vida, pero aún más sobre el estado de libertad en una democracia.
POR BEATRIZ BUSANICHE
26/05/13
CONSIGNA:
Si bien hemos hablado de este tema en clase, volveremos a tratarlo nuevamente cuando veamos el tema redes, bases de datos, etc. Leerlo y tenerlo presente para ese momento.
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Si bien hemos hablado de este tema en clase, volveremos a tratarlo nuevamente cuando veamos el tema redes, bases de datos, etc. Leerlo y tenerlo presente para ese momento.
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