jueves, 29 de septiembre de 2016

Más sobre fibra óptica



“Hay gente que no sabe que algo es imposible, y entonces lo hace”.

28.000 LEGUAS DE CABLE SUBMARINO

Esa longitud, que equivale a 152.000 kilómetros, tiene la red troncal de fibra óptica que lleva internet a los cinco continentes. Cuando lo permiten los tiburones.
En tiempos donde in­ternet está en boca de todos y la Red llega a rincones del globo ayer nomás inaccesibles, cabe preguntarse cómo es eso posible. La incógnita puede sonar anti­cuada. Pero no es de conocimien­to popular la existencia de cone­xiones globales debajo de océanos, que acaso dejarán de ser un miste­rio con el reciente lanzamiento de Ocean, la nueva joyita satelital de Google Earth para explorar el atractivo universo subacuático.
Lo cierto es que las rutas in­tercontinentales de la megarred de banda ancha, claro está, se ven obligadas a cruzar océanos. Y esos puentes entre regiones se tienden a través de redes de IP submarinas. Tal como suena, van bajo el agua. Ni los ataques de tiburones ni la pesca de arrastre, ni los de­rrumbes submarinos ni un ancla­je desafortunado logran detener por completo el flujo frenético de información que circula por esos cableados de fibra óptica. Aunque una mordida feroz o un entrelaza­miento con una red pesquera bas­tan para cortarlos o dañarlos, el marino está diagramado de ma­nera que la conexión no pueda ser totalmente interrumpida.
"Los llamamos 'anillos autorrestaurables'. Si se cor­ta un cable y la transmisión en el tendido del Pacífico, se auto restaura vía el Atlánti­co, y viceversa. El riesgo de que se corte en ambos océanos a la vez es raro, de hecho nunca ha ocurrido", explica Ernesto Cursi, director de operaciones de redes en Latinoamérica de Global Crossing, un gigante de las telecomunicacio­nes (lleva tendidos 20.000 kilóme­tros de fibra bajo el mar y en 2007 tuvo ingresos por 2.260 millones de dólares), operador mayorista de ser­vicios de tránsito de IP (el IP es la dirección que identifica a cada computadora dentro de la Red).
Sin embargo, siempre ha habi­do accidentes que inevitablemente dejaron offline a usuarios furiosos. En diciembre del año pasado, un ancla de un barco -al menos eso se rumoreó- cortó casualmente en Alejandría, Egipto, tres cables conectores que enlazan a Europa y Medio Oriente, reduciendo la ca­pacidad de la Red en la región asiática en un 70% y dejando sin cone­xión a casi 86 millones de usua­rios (India fue el país más afec­tado, con 60 millones). Dos años antes, en Taiwán, un de­rrumbe submarino cortó la comunicación entre ese país y las Filipinas por unas se­manas. Nada nuevo bajo el sol (o el mar): hay registros de cor­tes intencionales de cables sub­marinos telegráficos-en 1858 fue instalado ese pionero cableado transatlántico y/o telefónicos, sobre to­do en medio de conflictos bélicos. Las rutas más densas se con­centran en las líneas que unen a las principales capitales, epicentro del consumo y del intercambio comercial global. La ruta entre EE.UU. e Inglaterra -con Asia/EE.UU. no muy lejos- es la avenida subacuá­tica con más congestión de tráfico. Los obstáculos para encontrar el camino ideal y obtener el mayor ancho de banda abundan. "Lo más complejo es conectar distintos con­tinentes. Primero se hace lo que se llama un survey: a través de rada­res se determina cuál es la mejor ru­ta para hacer el tendido porque po­des tener fallas geológicas en el mar, así como rocas, corales... Una vez que se hace el tendido ya hay otros impedimentos, como el clima. Si ocurre algún evento meteorológico, puede llevar quince días o un mes reparar el cable", explica Cursi.
Con radares se determina cuál es la ruta ideal para el tendido. Hay que evitar las fallas marinas, las rocas de gran tamaño y los corales. Si una tormenta, un barco o un tiburón cortan el cableado, puede llevar un mes repararlo.
Las precauciones no terminan sólo en el relevamiento previo del tendido. El cableado tiene distin­tas protecciones de acero que van variando según su profundidad: "Cuanto más profundo, menos agresión y menos amparo", sería la ecuación básica. Y los operado­res mayoristas, sus dueños, tienen una relación constante con puer­tos y capitanes para mantener ac­tualizados sus mapas hidrográfi­cos con las rutas marcadas.
Ahora, ¿qué impacto ambien­tal provoca la tecnología que man­tiene al mundo conectado? "Obvia­mente, en todo el lugar donde ama­rra el cable se hace un estudio ambiental. Y en el último tramo, lle­gando a la costa, el cable va enterra­do, es invisible para la gente", ase­gura Gabriel Holgado, VP de servi­cios de carriers de Global Crossing. Pocos saben que un gran cable que conecta a la Argentina con el mundo desembarca en Las Toninas, lo­calidad que tendrá otro motivo de orgullo amén de su veraneante más famosa, Luisana Lopilato.
Sin embargo, muchos tendi­dos de tecnologías más precarias que quedarpn obsoletas y ya no se usan duermen el sueño de los jus­tos en el lecho oceánico. ¿Por qué? "Cada vez que se planea un tendi­do, hay un proyecto nuevo. Es mu­cho más caro levantar el tendido viejo y poner uno nuevo. En gene­ral, se renueva la tecnología y des­pués se levanta el viejo. Además, si se reemplazara el cable antes de­jarías a muchos usuarios sin servi­cio por un tiempo", dice Cursi.
La alimentación de energía del cableado no difiere demasiado de la de un tendido terrestre. "A de­terminada distancia hay repetido­res y regeneradores de señal; toda una electrónica que también está sumergida y alimentada desde los extremos remotos con equipos de 6.000 voltios de presión. Si llegara a fallar algún extremo, la otra pun­ta se hace cargo de la alimentación por sí sola", explica Holgado.
Contra lo que puede creerse en estos tiempos tan wi-fi, el cablea­do de fibra óptica sigue muy por en­cima de las redes satelitales. "Con el avance de las redes de fibra óp­tica submarina se logra una mayor eficiencia en ancho de banda para grandes centros. El satélite tiene su nicho en las zonas remotas, di­seminadas, donde es geográfica­mente difícil de llegar. Hoy por hoy, el grueso de la información es vía fibra óptica; tiene más capacidad y fidelidad, y costos menores", di­ce Holgado.
En el corto plazo, los expertos profetizan un salto exponencial a nivel capacidad. "Las nuevas tec­nologías trabajan sobre la misma infraestructura sumándole capaci­dad -explica Cursi-. Por ejemplo, ahora tenemos capacidades de 10 gigabytes por cada frecuencia (ca­da hiló) de la fibra óptica. En algu­nas redes ya se manejan 40 GB y en poco tiempo habrá 100 GB: se mul­tiplicará por diez la capacidad de transmisión de datos." Lo de siem­pre: gente que no sabe que algo es imposible, y entonces lo hace.

Poderoso el chiquitín
69 mm
El diámetro promedio que tiene cada cable.
10 kg
Pesa cada metro de cable de fibra óptica.
39.000 km
Mide el cable récord de laredsuboceánica.



 
                      rollos de cables
 

 
                                    Barco cablero
 
Barco cablero de gran tonelaje



Y Más:     El cable que desde Las Toninas conecta a internet a toda la Argentina:

No hay comentarios:

Publicar un comentario